Los Mijos: un bus en movimiento

Jóvenes líderes en la montaña. Un parche poderoso. Hijos de la tierra. Desde el Suroeste antioqueño, un colectivo viene recorriendo pueblos y veredas, trabajando por el territorio. Una lucha en marcha, sin freno. Con ustedes, los Mijos.

 

Por Mariana Salas, Periódico El Suroeste
Fotografías de Nataly Ortiz

Cuando le preguntan quiénes son los Mijos, Valeria Franco responde: “Somos un parche poderoso, donde se gestan ideas y se lucha, un espacio de juntanza en el que todos y todas son bienvenidos”. Ella es artista, actriz, estudiante de Trabajo Social y oriunda de Santa Bárbara, y una más de los ochenta jóvenes que pertenecen al Movimiento Independientes de Jóvenes del Suroeste, o simplemente: los Mijos. Artistas, poetas, líderes, estudiantes, feministas, montañeros y callejeros al tiempo. Una mezcla explosiva de cultura y pensamiento.

Quienes fundaron Mijos se conocieron entre 2015 y 2020. Eran muchachos con inquietudes y que no querían quedarse quietos. Muchos eran consejeros municipales juveniles y conocían a las galladas de su pueblo. Ahí se fueron reconociendo entre ellos. Y entre pasarse los contactos, parches y paseos de pueblo, fue naciendo la idea: juntarse al margen de cualquier institución gubernamental. Pensaban que tenían que buscar la manera de ser capaces de organizarse entre ellos mismos. No fuera a ser que el político de turno dejara de incentivar los encuentros en los que compartían problemas locales y buscaban la manera de resolverlos de manera conjunta.

Querían independencia, y así, cada vez que volvían a coincidir en algún lugar, surgía de nuevo en la conversación: “¡Parce, nos tenemos que juntar!”.

La idea fue corriendo de voz a voz y tomó forma en agosto de 2021 cuando se reunieron en un encuentro de jóvenes convocado por Conciudadanía, una organización sin ánimo de lucro que promueve la participación ciudadana. En ese encuentro se habló sobre cómo iban los jóvenes en el Suroeste, y esa idea que ya venía gestándose, pero que aún no había tomado forma, se materializó cuando los jóvenes le expresaron a Conciudadanía la necesidad de hacer algo con esa gran red tejida a lo largo de esos últimos cinco años.

De Conciudadanía deseaban, principalmente, que les enseñaran cómo organizarse. Conciudadanía se montó en el bus y juntos comenzaron este viaje. Los jóvenes se pusieron las pilas para concretar la iniciativa y convocar a más gente en la región. Su premisa era “generar un parche seguro para la juventud, no impuesto por una institución o una alcaldía, sino planeado y vivido por quienes habitan el territorio”. Daniel Ortega, uno de los Mijos fundadores y líder en Amagá, dice que las instituciones no tienen un diagnóstico honesto de las necesidades de los jóvenes y pretenden llegar con soluciones a problemas que poco conocen.

Establecieron algunos temas comunes en los cuales enfocarían su trabajo: arte, cultura, género, mujeres y comunidad LGBTIQ+, defensa del territorio, ambiente y control social. La alianza con Conciudadanía posibilitó el primer encuentro al ayudarles con el transporte y darles una guía metodológica. En octubre de 2021, ochenta jóvenes de casi todos los veintitrés municipios del Suroeste llegaron al Parque Educativo de Titiribí. Ahí nació oficialmente el movimiento: una muchachada que con su energía mueve ese bus que recorre montañas, caminos y trochas. No solamente conversaron y debatieron, sino que cantaron al ritmo de Alcolirykoz y Chau, y disfrutaron de un performance de la mija Valeria Franco.

El nombre de Mijos surgió en ese encuentro. La M es de movimiento, ese del bus; la I de independiente; la J de jóvenes, pero para ser joven no hay que tener de 14 a 28 años y ya: también es tener la disposición y la energía para el cambio; la O de organización; y por último, la S, el Suroeste: “La tierrita, la excusa pa juntarse, lo que tenemos en común. Juemadre cosa más linda, la montaña que es madre de estas mijas”, dicen los Mijos en sus redes y en el parche.

Esa sigla, además de legitimar su independencia, les da identidad con el lugar que habitan. Este nombre también es un tributo a una palabra dicha por los abuelos, porque los Mijos son hijos de la tierra, están orgullosos de serlo y están dispuestos a luchar por su territorio.

De ahí vinieron muchos más recorridos por la región. Una aventura difícil, pero hermosa. Las carreteras están en mal estado, pero los destinos recompensan el viaje. Las montañas son tan altas que a veces da la impresión de estar en el cielo. La comida suele ser barata y deliciosa, y siempre se encuentra con quien hablar. Hay muchas cicatrices y temas que hay que tratar con prudencia, pero los Mijos se le miden a todo.

En el primer semestre de 2022, planearon unos encuentros por las cuencas hidrográficas con la idea de reconocer el territorio, activar nuevos municipios y realizar un plan de trabajo sectorizado para conocer mejor las necesidades del Suroeste. También se vincularon al movimiento PAS (Pensamiento y Acción Social, una organización que trabaja con las comunidades indígenas Bernardino Panchí en Pueblorrico, Karmata Rúa en Jardín y La Mirla en Támesis). Varios Mijos estudiantes de comunicación viajaron hasta allí para trabajar de la mano con jóvenes indígenas en la creación de una campaña de comunicación para contar a la juventud indígena.

Así surgió Daerãturu (“Nosotros somos”, en embera), una campaña difundida a través de redes sociales que refleja la identidad de estos jóvenes en videos, fotografías, camisetas y pañoletas (ver aquí). Los jóvenes de estas comunidades se unieron al movimiento, se convirtieron en Mijos, y proyectaron un acompañamiento mutuo.

El 6 y 7 agosto de este año tuvo lugar la anhelada asamblea general, la primera en la historia de los Mijos. Después de un año esperándola, todo estaba muy bien planeado. Más de ochenta jóvenes se reunieron en Jericó: mijos, mijas y mijes que habían explorado la región del Suroeste. En la institución educativa San José hicieron memoria de todo lo vivido. Compartieron ese acumulado de ideas, planes, intenciones y hallazgos. Juntos formularon soluciones a los problemas presentados, hicieron propuestas para seguir trabajando en las cuatro cuencas de la subregión y se plantearon una pregunta clave: “¿Qué necesitan las ideas para volar?”.

Los Mijos ratificaron que para que las ideas vuelen necesitan de buenos pilotos que tengan toda la intención de llegar alto. Y se fueron para el morro El Salvador, en Jericó, para elevar cometas, para sentir que una propuesta también puede dejarse llevar por el viento para realizarse.

Lo que comenzó a pensarse en 2015 cada vez está más materializado. Los Mijos han logrado convocar a más jóvenes, han logrado mayor articulación entre todos los municipios y han fortalecido sus líneas de trabajo, que son: Manos a la tierra (defensa del territorio), Expresiones del ser (arte y cultura), Ponle las pilas (control social), Mijas y Mijes diversos y diversas como el paisaje (mujeres, diversidad sexual y género) y Educación y diversidad étnica.

Desde la línea Manos a la tierra, en septiembre de 2022 llegaron hasta Leticia, en el Amazonas, al Encuentro Nacional de Juventudes Diversas por la Vida convocado por la Unión Europea para aunar fuerzas frente a la crisis climática. En estos encuentros le metieron la ficha a hacer veeduría de los presupuestos para la juventud, rendir cuentas y analizar algunas de las necesidades comunes de los consejos municipales de juventud del Suroeste.

En octubre, realizaron un ciclo de conversatorios sobre memoria y verdad en Angelópolis, Andes, Fredonia y Jericó, para socializar algunos capítulos del Informe final de la Comisión de la Verdad; propiciaron encuentros con mujeres y organizaciones que trabajan por la erradicación de las violencias y realizaron posters sobre diversidad sexual y de género en la región. Igualmente asistieron al Festival del Río en Támesis, encuentro en el que también se promueve la defensa del territorio. Estar allá les recordó una vez más la importancia del arte, el cuidado de la tierra, el agua y la vida.

El viaje de estos jóvenes ha estado lleno de aprendizajes, de hacer parte de algo más grande, de aprender cómo hacer realidad sus ideas, subir más gente al bus y llegar juntos al destino. “Para mí lo más teso es que organizarnos nos permitió acompañarnos mediante el parche, porque la lucha es larga y son muchas las acciones que hay que hacer, muchos caminos por recorrer. ¡Aquí estamos y nos acompañamos en el Suroeste! Me duelen todos los pueblos así sea de uno o de otro, estamos haciendo el junte porque nos sentimos región”, dice Valeria Franco.

Justamente en las conversaciones de los Mijos hay tres palabras que se convierten en lugares comunes y que dan cuenta de quiénes son y por qué se juntaron; la primera, por supuesto, es el parche, un parche que por naturaleza y de forma orgánica tiene siempre un sutil toque político, social y filosófico. La segunda palabra es territorio, porque los Mijos aman el pedacito de tierra donde nacieron y su Suroeste no tiene fronteras, y la tercera palabra es lucha, una lucha que no es material sino simbólica, por la defensa del agua como sanadora y la montaña como terreno fértil donde germinan las ideas.

En los Mijos están descubriendo sus talentos para aportar desde esas capacidades sin tener presiones. Los representa ese bus que los conecta y los lleva de un lado a otro, un bus que está nuevo y que seguirá rodando en un Suroeste infinito.

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