
La cultura nos repara
El arte nos sirve, entre otras cosas, para comprender mejor el mundo, y desempeña un papel mediador de la vida en sociedad. La música, el teatro, la danza, las artes plásticas transmiten no solo emociones, sino también profundos mensajes, y nos hacen reflexionar sobre nuestra existencia, los problemas sociales y la vida como sujetos y miembros de un colectivo.
En ellas podemos formar nuestro pensamiento crítico porque nos muestran la esencia de los individuos, las sociedades y la comprensión de nuestro mundo. Desde esta perspectiva, nos convertimos en facilitadores con la capacidad de reparar, sanar heridas, transformar a una sociedad, reconciliarnos con nosotros mismos y con los demás.
El Ballet Metropolitano de Medellín, el Teatro Metropolitano, el Museo de Arte Moderno de Medellín y la Orquesta Filarmónica de Medellín, con el apoyo de Comfama, invitamos a la comunidad a reflexionar acerca del arte y la vida en sociedad. Moldear lo que somos, una serie de encuentros para escucharnos y escuchar el territorio y, desde el arte, generar reflexiones y una conversación ciudadana.
Del 7 de octubre al 5 de noviembre, cientos de ciudadanos nos unimos en torno a la confianza, la democracia y la libertad para abrir espacios de diálogo, integración, escucha y disfrute que permitieran una construcción colectiva simbólica de lo que estos conceptos representan para nuestras comunidades. Se trató de actividades abiertas al público en las que artistas e invitados disfrutaron las obras con reflexiones sobre esos valores y nuestra identidad como sociedad que se fractura y se repara, y sobre la capacidad de las artes de resignificar los cambios de la sociedad.
¿Tememos ser libres?
“El acto de desobediencia, como acto de libertad, es el comienzo de la razón”.
Miedo a la libertad, Erich Fromm
El viernes 7 de octubre, alumnos de la institución educativa Nueva Generación de Bello y algunas personas inquietas se encontraron para reflexionar sobre libertad, una palabra que al escucharla nos cuestiona, y nos puede producir cierta ansiedad. Para algunos, ser libre significa poder actuar según su propia voluntad y tomar sus decisiones. A primera vista es algo deseable, pero vivirla puede llegar a ser tan complejo como cortar el cordón umbilical que nos ata al mundo exterior.
Entre bullas y risas de estudiantes —una forma de expresar libertad—, el teatro MAMM se fue transformando en sala de cine para proyectar la película Los nadie, una reflexión sobre la búsqueda de identidad en el final de la adolescencia. Los nadie cuenta la historia de un grupo de jóvenes que quieren extender sus alas y volar, a pesar de las adversidades y de la trágica falta de oportunidades que una sociedad les puede ofrecer.
Al final de la película, el vocalista de O.D.I.O, Nelson Calderón y el coprotagonista del filme Esteban Alcaraz, conversaron con el público de lo que significa libertad y el deseo de ser diferentes. Para Angélica G., asistente a la actividad, libertad es “Todo momento en el que yo esté por decisión propia”. También es no sentirse cohibido, dice ella: “es estar con quienes yo amo; en esos momentos, espacios o lugares donde he decidido ir. Cada uno de nosotros la vive con plenitud, según sus creencias, sin temor alguno…”.
Otra mirada, la de la estudiante Sara T.: para ella los seres humanos viven con temor al qué dirán, eso les impide ser libres. “A veces no somos nosotros mismos, no somos reales. Creo que, como jóvenes, ni el gobierno ni la sociedad nos pueden limitar para convertirnos en lo que realmente queremos ser. Somos libres cuando podemos tomar nuestras propias decisiones”.

Ronald L., asistente a este encuentro, abrió su reflexión con la pregunta ¿para qué estamos formando el mundo? Luego dijo que aprendemos a ser libres cuando escapamos de las realidades y de las fronteras invisibles que se ha trazado la sociedad. “Hay un instituto educativo que se llama ‘calle’, es allí donde aprendemos a transformarnos como seres humanos. Es decir, a partir de las experiencias propias del día a día que surgen en lo cotidiano, en el barrio”. Para él, ser libre es casi como la filosofía punk que puede resumirse en: hazlo tú mismo y a tu manera, rechaza los dogmas y cuestiona lo establecido.
Nelson Calderón se preguntó, además ¿cómo construimos la libertad? Para él la vida misma es sinónimo de libertad y se resignifica cuando se escapa de la realidad y se exploran nuevas sensibilidades. “Incluso para ser libres también hay que batallar con nuestro mundo interior y hasta con los demonios que rondan la mente”.
Para Salomón R., estudiante de séptimo grado, la libertad es la posibilidad de hacer y ejercer. “Uno puede equivocarse, pero también reparar, a eso llamo libertad. Yo mismo tengo el poder de promulgar la acción que me va a dar esa libertad; incluso mis propias decisiones son las que se encargan de desencadenar lo bueno y lo malo en la vida”.
Andrés M., estudiante de octavo grado, expresó que casi todos los seres humanos tenemos miedo a ser libres. “El arte de amar, la capacidad para crear y hasta el poder destruir, es actuar en libertad. Si uno es consciente de su actuar, es libre”, enfatizó el alumno.
Finalmente, esta primera actividad cerró con la pregunta ¿qué limita tu libertad? A usted, lector, lo invitamos a reflexionar.


Escuchar la democracia
“No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta con mi vida tu derecho a expresarlo”.
François-Marie Arouet “Voltaire”, filósofo.
En la tarde del viernes 7 de octubre, Moldear lo que somos invitó a un café en Tragaluz editores como punto de partida de la caminata sonora para escuchar y recopilar las ideas que circulan en el territorio acerca de la democracia y cómo encontrarla en la pluralidad de voces que habitan un espacio en la vida cotidiana. El recorrido, que inició en la editorial y concluyó en la Plazoleta MAMM, incluyó una serie de actividades sensoriales para escuchar los sonidos que nos rodean, reconocer el territorio con los ojos vendados y observar el paisaje sin escucharlo.
La caminata podría tener semejanza con un espectáculo en vivo en el que varias artes conversan al unísono —imagínese por un momento que está en la sala de un teatro—, una puesta en escena con música que habita el espacio, como el canto de los pájaros, pitos de automóviles, la campana de un carrito de helados, hasta el soplo del viento sobre las hojas de los árboles. A este paisaje sonoro se suma una escenografía compuesta por las calles 10 y 10A, una fábrica de galletas, un mercado, una casa de antigüedades, un hospital, un parque ecológico y talleres de autos; y un elenco, integrado por habitantes de calle, residentes del barrio, transeúntes y turistas que socializan, reflexionan entre sí y dan sentido al espacio que habitan. ¿Y usted qué título le pondría a esta puesta en escena?

Para Adrián G., habitante de El Poblado, la experiencia fue un acto democrático. “Como ciudadanos compartimos el mismo territorio, la vía, el andén, el sonido, que, aunque en nuestra cotidianidad los podemos entender como elementos iguales, al tener los ojos vendados los describimos de forma diferente”.
Jenny M., participante de la caminata, dice que la democracia es el reconocimiento de la participación de todos en la sociedad. Es decir, “las comunidades se componen de seres humanos que cumplen un rol dentro de la misma, y a partir de las diferencias e igualdades se coincide para fines comunes”. Para ella es necesario ver al otro con ojos de comprensión, saber que estamos en una ciudad que es de todos y que estamos llamados a habitarla.
Juan C., mediador del Museo de Arte Moderno de Medellín, entiende la democracia como un acto colectivo, “no solo donde se decide sino donde se propone con argumentos para lograr fines comunes”; y para Diana L., residente del barrio Manila, es aceptar la diferencia, la libertad de opinión, las dinámicas sociales. E, incluso, para ella, “el desacuerdo” también es válido. “Las artes como la música, el teatro, la danza y la pintura, son fuentes de belleza y bienestar, y además de unir y convocar, invitan a la reflexión y estimulan la participación ciudadana, eso también es democracia”, expresó la participante.
Interactuar, compartir, ponerse en los ojos del otro, caminar por el barrio y descubrir nuevas sonoridades del territorio que habitamos, acciones que dotaron de sentido la caminata sonora.
Moldear la confianza
“Yo genero confianza, porque me levanto todos los días a construirme y construir con los demás de una forma amorosa y positiva”.
Lina G.
El domingo 9 de octubre nos reunimos en el Teatro Metropolitano para reflexionar en torno a la confianza. Inicialmente con un conversatorio entre Rafael Aubad, ex rector la Universidad de Antioquia y líder empresarial de la ciudad, y David Sanín, artista y creador de Acción Impro, moderado por Vania Abello, de Filarmed.
Rafael expuso un concepto en torno al cual la confianza es igual a crear comunidad, es decidir y definir con quién me reúno, y es un elemento vital de la sociedad para crecer, para creer, para avanzar. “Confianza es, en definitiva ‘con fianza’, es decir tener fe en el otro”.
Aubad expresó que para construir condiciones que promuevan la confianza deberíamos tener presente el buen trato, la transparencia y la cooperación, y es necesario un relato que nos arrope moralmente. “Hoy somos el resultado de la unión de unas personas que en el pasado decidieron reunirse alrededor del fuego y confiar unos a otros en la labor que desarrollaban. Ese concepto se puede transpolar a la vida de una empresa donde la confianza es un valor fundamental para hacer bien el trabajo y obtener las metas planeadas”, expresó Aubad.

Y David llevó este tema al mundo escénico, especialmente al tipo de arte que hace la improvisación, donde al momento de subirse al escenario no hay nada armado: “Todo se construye a partir de la confianza de lo que el otro actor te da para que tú lo amases, lo transformes, y vuelvas y se lo envíes. Pero también está la confianza en uno mismo para saber qué hacer con el contenido artístico que te comparten”.
Posteriormente, se tuvo una puesta en escena en la que un empresario “muy desconfiado, inseguro y lleno de preguntas” pasaba al tablero a cada uno de los protagonistas de un montaje artístico, indagando a un técnico si las luces estaban bien, si el sonido era correcto, si sabía el momento en el que todo sucedería; lo mismo con la directora de la orquesta y con uno de los bailarines del ballet. Esta fue una reflexión para mostrarle al público que todos somos vitales en el tejido de nuestra sociedad.
Cuando todo estuvo listo, los asistentes disfrutaron Gabo: entre música y letras una creación del Ballet Metropolitano de Medellín con la participación de la Orquesta Filarmónica de Medellín, en homenaje a uno de los escritores colombianos más importantes de la historia.
Confianza también es entender a otros para construir relaciones cercanas. Luego de los aplausos, planteamos la pregunta ¿Tú generas confianza?, para invitar al público a compartir sus reflexiones y aprendizajes.
Somos suma de fragmentos
El sábado 5 de noviembre en la Plazoleta MAMM, nos encontramos para apreciarnos como somos: rotos y nuevos, irremplazables, en permanente cambio. Allí se llevó a cabo la acción simbólica “Somos suma de fragmentos”, una invitación a la ciudad para reflexionar sobre el arte que nos repara y nos moldea.
Nos sentamos en círculo alrededor de una mesa con vasijas fragmentadas, agrietadas, blancas, negras, algunas de color naranja, inacabadas, sin borde e incluso imperfectas; todas igual de importantes, todas con su belleza. Una metáfora de la diversidad cultural y la vida en sociedad.
En torno a la mesa estuvieron ciudadanos, artistas, gestores culturales, y la participación de la ceramista Silvia Triana, la periodista Adriana Cooper, el realizador Pedro Gilmore y David Sanín, de Acción Impro.
Se abrió el encuentro con la pregunta ¿cuál es el papel de las artes en la comunidad?, y se habló de lo que significa confianza, libertad y democracia.
Para la ceramista Silvia Triana, la confianza se manifiesta cuando alguien le encomienda ciegamente un trabajo, y se siente libre, al plasmar sus propias ideas. “Para esta acción simbólica nos basamos en la técnica del kintsugi porque en la belleza también se encuentra la imperfección”.

Otra explicación, la de David Sanín: “Si yo puedo confiar en mí, confío en el otro”. Para él la democracia no divide, sino que une. “Un ejemplo de esto son las vasijas que nos acompañan en la mesa, unas blancas y otras negras, que, a pesar de ser diferentes, nos invitan a hacer algo en común, ¡brindemos!”.
Geovanny M. expresó que Moldear lo que somos es reconocer que no somos seres estáticos, ni estamos solos como sociedad. “La invitación ‘que somos’ es reconocer que hay una identidad comunitaria colectiva, algo que nos une al otro; y el concepto de ‘moldear’ nos invita a pensar que esa identidad no es estática, sino que está constantemente transformándose”.
Para Juliana C, Moldear lo que somos, significa tomar aquellas cualidades que nos diferencian y ponerlas al servicio de los demás con el fin de generar un impacto positivo en la sociedad. “Y estas tres palabras: confianza, libertad y democracia son fundamentales para repararnos como sociedad y como seres humanos”.
Al final de la actividad, participantes de todas las edades y gestores culturales se unieron para reparar la vasija rota, sanar heridas, embellecer cicatrices —una poderosa transformación— y, metafóricamente, darle vida a lo que alguna vez estuvo fragmentado.
La sociedad que nos contiene está moldeada por las acciones, creencias y formas de ver el mundo, por la cultura. Las artes reivindican esa identidad y a la vez nos reparan, y nos proponen cambios como sujetos y como colectivo.
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