Ser, pero en público

Destino Nororiental es un proyecto que une a la Corporación Cultural Nuestra Gente, el Balcón de los Artistas, 4 Eskuela, Crew Peligrosos, la Casa Museo Pedro Nel Gómez y el Parque Explora con la intención de dar a conocer eso que pasa en la zona más allá de los imaginarios de violencia. Mostrar que, en este territorio de Medellín, el arte los habita, y es más fuerte.

 

Por Miguel Rojas
Fotografías de Sergio González

Debajo del puente de la Madre Laura, cruzando el río hacia Aranjuez, el cemento se convirtió en galería: caras de cantantes de salsa, de indígenas, de afros, dibujos de instrumentos y tags van cubriendo los bajos. De ahí los graffitis suben por la 94 y van poblando la carrera 53 –en las paredes de la Institución Educativa Álzate Avendaño– hasta llegar a la sede de la 4 Eskuela. Adentro, en un salón, hay una explosión de colores y figuras, y más allá un coliseo cubierto de obras de estudiantes, invitados y maestros. En ese espacio asisten aproximadamente 250 jóvenes gratuitamente semana a semana.  Reciben clases sobre los cuatro elementos del hip hop: Mc, Graffiti, Dj y Break Dance. Ahí, en palabras de Jke, su líder, hay un proceso que aboga por la formación de profesionales en hip-hop. 

La 4 Eskuela y Crew Peligrosos son proyectos que se suman a Destino Nororiental, una apuesta de varias organizaciones culturales y sociales de las comunas 1,2,3 y 4 que, a través de un trabajo articulado, buscan mostrar otra cara de la nororiental para volverla un destino de arte, ciencia y cultura. Mostrar que en esta zona de la ciudad proliferan escuelas y grupos de danzas, proyectos de producción musical en salsa, tango, hip hop; se promueve la actividad museológica y la memoria comunitaria; hay grupos de mujeres, mesas diversas, de víctimas, de población con discapacidades. En últimas, que es zona de artistas, de memoria y participación ciudadana.

Crew Peligrosos nació en 1999, cuando Jke, Henry Artehaga, atraído por una película de hip-hop, encontró en el género una conexión que el tango, el ballet y las danzas populares no le habían brindado. Se juntó con otros muchachos para estudiar y practicar breaking. “Aprendí a través de VHS: devolver, play, devolver, play”. Lo que iban aprendiendo lo replicaban con sus amigos y con quienes les preguntaban. Cada vez llegaba más y más gente, hasta que en un momento hubo más de cien personas aprendiendo hip-hop.

El grupo base de Crew Peligrosos, desde donde coordinan la 4 Eskuela, se consolidó en seis años de trabajo, de depuración, hasta quedar con los veinte integrantes que lo conforman. “Cuando Crew Peligrosos tenía tres o cuatro años, la gente comenzó a llamarlo la eskuela, porque había mucha gente detrás, y nosotros empezamos a creernos eso”. Le pusieron una k atravesada para darle un sello más callejero, y una vez estuvieron constituidos como Eskuela, Jke tocó las puertas de la Institución Educativa Álzate Avendaño. El rector lo reconocía. A Jke lo habían expulsado cinco veces de allá, pero también se había construido fama de artista. Le explicó al rector para qué necesitaba el espacio y este accedió a prestarle un salón. Por la cantidad de jóvenes que comenzaron a llegar, se pasaron para el gimnasio, de ahí al auditorio, y luego al coliseo. “Era la jornada del hip hop”. Hasta que tuvieron que buscar su propio lugar, y se pasaron a la sede donde están ahora, a todo el frente del colegio en la carrera 53 con 91. Ahí llevan doce años.

En el 2009, Jke se acercó a un writer cuyo tag, o firma, es la unión de dos onomatopeyas y también de dos etapas de su recorrido artístico: Pac Dunga, o en castizo, Alejandro Villada. Un writer que empezó rayando en las paredes de la Comuna 8 las palabras “Hot City”, por la calentura que crecía en los barrios. Jke quería que Pac, uno de los pioneros del graffiti en Medellín, fuera maestro de nuevas olas de writers e hiciera parte de Crew Peligrosos y la 4 Eskuela, que ya lleva veintitrés años jugándosela por la profesionalización del arte en la nororiental.

La historia de Pac en el hip-hop empieza en los 80, cuando el género llegó a Medellín a través de cassetes, VHS y películas de Estados Unidos. Tenía unos trece años cuando se empeliculó con un sonido y una estética diferentes en una ciudad acostumbrada al tango y a la salsa, y que veía en ese momento cómo cogían fuerza el metal y el punk. Una ciudad en donde la violencia y el narcotráfico se iban imponiendo. “Yo no sabía que eso se llama hip-hop. Sabía que existía el break dance, el graffiti y el rap, pero no sabía que había un movimiento cultural que tenía una filosofía de vida y que tenía un nombre que agrupaba un movimiento mundial”, cuenta.

Lo que veía en las revistas empezó a dibujarlo. Letras con efectos craquelados, “cosas que se partían, que explotaban”. Y se identificó con un sonido que para él replicaba un golpe, un impacto en la pared: Pac. Además le recordaba a Pac-Man, juego con el que todavía se divierte después de tantos años.

Ya en los 90 la escena se fue consolidando y Pac, junto a otros chicos con los que bailaba y rayaba, creó la Crew Boston Fase 2, donde también estudiaban a fondo la cultura hip hop. En 1996 participó en el primer congreso de hip hop en Colombia en el teatro Barba Jacob, y realizó una pieza con elementos futuristas como robots junto con Pick, un hermano writer. Por esa época diseñó una carátula para el grupo de rap Alianza hip-hop e hizo diseños de camisetas para los grupos de Bboys Atómicos Rockers y Los Bélicos. Vivía y estudiaba la cultura hopper a fondo. Pero la llegada de los 2000 trajo un recrudecimiento de la violencia en la ciudad, y cuando mataron a un grafitero cercano, más los toques de queda que había en su barrio, decidió alejarse de las calles.

Cuando se mete de lleno a terminar su carrera en artes plásticas es que nace la segunda parte de su tag: “Dunga”. Esa onomatopeya viene de los cómics que leía de joven, de las aventuras en las que superhéroes o exploradores se adentraban en África y al intentar comunicarse con los nativos, estos les respondían con sonidos como el “dunga”. Viene, también, del enfoque en las herencias afrodescendientes en nuestra cultura que Pac le dio a su carrera artística. Sus compañeros comenzaron a llamarlo así: “Ahí viene Dunga, el que pinta cosas africanas”.

Se mantuvo seis años alejado de la calle, de la escena hip hop. Hacía piezas musicales en solitario, se especializó en publicidad y mercadeo, se fue por el lado de la docencia. En 2009, Jke se le acercó a hacerle la invitación de estar en el Crew y la 4 Eskuela. Pac aceptó sobre todo por la posibilidad de enseñar. Se volcó de nuevo en la escena del graffiti, más fuerte y como maestro.

Pac Dunga explica la transformación del territorio por la que apuesta la 4 Eskuela: “llegamos a una cuadra, empezamos a pintar graffiti, a utilizar esa cuadra como un escenario para bailar. Entonces llegan cuatro, cinco niños, que quieren aprender. Entonces ese niño lleva a otro, y se van alejando de otros escenarios que son difíciles para ellos. Muchos de nuestros chicos después de dos, tres años empiezan a estar en un escenario”, dice Pac.

“Ser, pero en público” es como Pac Dunga entiende el graffiti, como una forma de conectarse con los otros, de convivir. Su apuesta gráfica parte de un estudio que ha venido realizando sobre la influencia afro en la identidad de los barrios, que ha pintado en lienzos y en las paredes de Aranjuez. Pac quiere que los jóvenes de la 4 Eskuela le cojan gusto a la investigación artística, que vean en el graffiti no solo la manera de hacer el tag sino cómo nutrir con más técnicas sus diseños y que estos, al tiempo, tengan un impacto direccionado, uno con responsabilidad social.

“En este modelo de educación no formal tenemos un proceso de educación circular. Y funciona muy similar a los procesos de escuela nueva. En donde en un grupo podemos tener estudiantes de diferentes edades y niveles, porque lo que se enseña son unas temáticas que no necesitan de un proceso previo”. De esta manera quienes llegan a la 4 Eskuela se pueden integrar e ir descubriendo las afinidades que tengan en alguno de los elementos del hip hop. “A medida que va avanzando el proceso se van formando unos grupos élite, de personas que ya llevan dos, tres años en la eskuela. Son personas que ya las vamos metiendo en otro ciclo, ya más de proyectos, de manejo técnico, de participar en ejercicios de talleres con spray en la calle. Y la idea es que en un momento esos que fueron aprendices se conviertan en artistas formadores”. Esos artistas no solo pasan a ser profes, también participan en exposiciones de graffiti y en presentaciones breakin dance o danza urbana en la ciudad, graban singles con el sello que nació de Crew Peligrosos, Medayork, e incluso van a otras partes del mundo, como Luma, que está postulada para representar a Colombia en los Juegos Olímpicos de París en 2024, que inaugurará la categoría del breaking dance.

Para Pac, como para la 4 Eskuela, Crew Peligrosos y el resto de organizaciones que están en el proyecto de Destino Nororiental, el arte puede cambiar el territorio, lo reviste de significados y hace que los que lo habitan se sientan identificados con este. “Yo podría ser artista independiente, seguir con mis obras y mi proceso solo, pero eso no es lo que me interesa. Quiero que la visión de una ciudad como Medellín sea diferente, que cuando lleguemos a otra ciudad o a otro país no digan llegaron los de Medellín, la ciudad de los narcos, sino la ciudad del hip hop, de los raperos, la ciudad del arte, la ciudad del graffiti”.

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